Cuando se habla del “descubrimiento” de América, el nombre de Cristóbal Colón surge casi por inercia. Se le atribuye el hallazgo de un mundo nuevo en 1492, un suceso que transformó la historia global. Sin embargo, esta narrativa tradicional deja de lado una verdad que ha estado enterrada por siglos: los vikingos fueron, con toda probabilidad, los primeros europeos en pisar el continente americano.
Mucho antes de que las carabelas españolas surcaran el Atlántico, los vikingos ya habían dejado su huella en lo que hoy conocemos como Canadá. Alrededor del año 1000 d.C., Leif Erikson, hijo del legendario Erik el Rojo, dirigió una expedición desde Groenlandia hasta una tierra que los nórdicos llamaron Vinland. Según las sagas islandesas, esta tierra estaba llena de recursos naturales, con bosques frondosos y abundantes vides silvestres, lo que sugería un clima más templado en comparación con su gélida Groenlandia.
Las pruebas arqueológicas
No se trata solo de relatos mitológicos. En 1960, los arqueólogos Helge y Anne Ingstad descubrieron en L’Anse aux Meadows, en Terranova, Canadá, las pruebas definitivas de la presencia vikinga en América: restos de casas de césped y herramientas que coincidían con las técnicas escandinavas de la época. Este hallazgo cambió la percepción de la historia, confirmando que los vikingos llegaron a América casi 500 años antes que Colón.
¿Por qué no se quedaron?
Pero, si los vikingos estuvieron en América, ¿por qué no se establecieron permanentemente? La respuesta parece estar en los conflictos con los pueblos indígenas, a quienes los nórdicos llamaban skrælings. Las sagas narran enfrentamientos con estos habitantes locales, quienes no solo superaban en número a los vikingos, sino que también estaban mejor adaptados al entorno. Con el tiempo, los escandinavos abandonaron Vinland, dejando atrás solo vestigios de su paso fugaz.
La historia oculta
A pesar de la evidencia, la historia de los vikingos en América sigue siendo un dato poco conocido para la mayoría. La hegemonía de la narrativa eurocéntrica ha mantenido a Colón como el gran descubridor, dejando en la sombra a estos intrépidos exploradores nórdicos. Sin embargo, la arqueología y la historiografía moderna han dado un giro a la conversación, reivindicando el legado vikingo y su hazaña de haber cruzado el Atlántico siglos antes de que Europa siquiera soñara con un Nuevo Mundo.