Descubiertos en los años 70, los relojes circadianos han emergido como elementos fundamentales en la regulación del tiempo biológico en el cuerpo humano. Estos mecanismos internos ajustan los procesos biológicos a un ciclo de 24 horas, permitiendo la sincronización de funciones celulares con las variaciones diarias del entorno. Desde entonces, la investigación en este campo ha revelado conexiones vitales entre los ritmos circadianos y diversos aspectos de la salud humana.
Un estudio reciente, liderado por Salvador Aznar Benitah del IRB Barcelona y Pura Muñoz-Cánoves de la Universidad Pompeu Fabra, ha profundizado en el papel esencial de la sincronización entre el reloj circadiano cerebral y los relojes periféricos en el músculo y la piel. Esta coordinación se ha revelado como un factor crucial para mantener el funcionamiento adecuado de estos tejidos y prevenir procesos degenerativos asociados con el envejecimiento.
Autonomía y funciones de los relojes periféricos
Los resultados de la investigación, publicados en Science y Cell Stem Cell, resaltan el notable grado de autonomía de los relojes periféricos. Estos son capaces de mantener ciclos de 24 horas y gestionar aproximadamente un 15% de las funciones circadianas incluso en ausencia del reloj central. Según Benitah, «la sincronización entre los relojes circadianos cerebrales y periféricos desempeña un papel fundamental en la salud de la piel y el músculo».
El estudio publicado en Science se centra en la comunicación entre el cerebro y el músculo, confirmando que esta coordinación es crucial para mantener la función muscular diaria y prevenir el envejecimiento prematuro del músculo. La restauración del ritmo circadiano se revela como una estrategia efectiva para mitigar la pérdida muscular y mejorar las funciones motoras deterioradas en modelos de ratón.
Beneficios de la alimentación restringida en el tiempo
El estudio también señala que la alimentación restringida en el tiempo (TRF) puede reemplazar parcialmente el reloj central y optimizar la autonomía del reloj muscular. Además, la restauración del ritmo circadiano a través de TRF se muestra como una medida efectiva para contrarrestar la pérdida muscular, el deterioro metabólico y motor, así como la disminución de la fuerza muscular en ratones viejos.
Por otro lado, el estudio publicado en Cell Stem Cell revela que el reloj circadiano de la piel es clave en la coordinación de la fisiología diaria del tejido. Este hallazgo destaca la importancia del reloj periférico, que no solo recibe señales del reloj central sino que las adapta a las necesidades específicas del tejido en el que reside.
Esta investigación, liderada por Aznar Benitah y Muñoz-Cánoves, subraya la importancia de la sincronización entre los relojes circadianos cerebrales y periféricos para mantener la salud muscular y cutánea. Estos hallazgos abren nuevas vías para el desarrollo de terapias contra el envejecimiento de los músculos y la mejora del rendimiento físico en la edad avanzada.