El mito de Prometeo, castigado por Zeus con un águila devoradora de hígados, parece tener un eco en la realidad contemporánea. El hígado, ese órgano vital, también enfrenta su propio castigo cuando nos entregamos al consumo excesivo de alcohol. Contrario a la creencia de que el hígado puede regenerarse, ¿cómo realmente responde este órgano ante la agresión del alcohol?
Las múltiples funciones del hígado y su vulnerabilidad
En la mitología griega, Prometeo sufría la renovación diaria de su hígado devorado por un águila. En nuestra realidad, el hígado, siendo el órgano interno más grande del cuerpo humano, desempeña un papel crucial en la descomposición de toxinas, especialmente el alcohol. Un especialista en hígado nos advierte sobre su susceptibilidad, aunque no debemos subestimar el impacto del alcohol en otros órganos como el cerebro y el corazón.
«Al principio, el alcohol engrasa el hígado. Esta grasa hace que el hígado se inflame», explica el especialista. Esta inflamación lleva a la formación de tejido cicatricial en un intento del hígado de sanarse a sí mismo. Si este proceso no se controla, la cirrosis puede convertirse en el resultado final. La piel amarilla, la hinchazón y la confusión son signos graves de cirrosis, una condición potencialmente mortal.
Los estragos del consumo excesivo de alcohol
Es alarmante descubrir que la mayoría de quienes exceden el límite de 14 unidades de alcohol por semana pueden desarrollar hígado graso. Con el tiempo, este daño puede progresar hacia cicatrices y cirrosis. La ictericia, la acumulación de líquido y la somnolencia son síntomas que indican un hígado en falla avanzada. ¿Cómo podemos revertir este daño y qué tan efectiva es la capacidad de autocuración del hígado?
«Afortunadamente, tenemos buenas noticias». El especialista nos brinda un rayo de esperanza al afirmar que, en personas con hígado graso, solo dos o tres semanas de abstención pueden permitir que el hígado se recupere. Incluso en casos de inflamación hepática o cicatrices leves, se observa una notable reducción en solo siete días de dejar el alcohol. El tiempo, un aliado crucial, permite la curación y la restauración del hígado a su estado normal.
El desafío de dejar el alcohol de repente
No obstante, dejar el alcohol repentinamente no es siempre la mejor opción. En casos de dependencia física, el síndrome de abstinencia puede provocar desde temblores hasta alucinaciones y, en casos extremos, la muerte. Para los bebedores empedernidos, el consejo es claro: buscar orientación médica para abandonar el alcohol de manera segura y gestionar los riesgos asociados con la abstinencia abrupta.
Dejar de beber no solo beneficia al hígado, sino que también tiene impactos positivos en otras áreas de la salud. Mejoras en el sueño, la función cerebral y la tensión arterial son algunos de los beneficios adicionales. Además, la reducción del riesgo de diversos tipos de cáncer, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares se suma a las razones para considerar la abstinencia prolongada como parte de un estilo de vida saludable.
En última instancia, el mito de Prometeo plantea preguntas sobre la capacidad de autocuración del hígado. Si bien este órgano tiene una sorprendente habilidad para repararse, su regeneración tiene límites, especialmente cuando el daño es grave. La clave para preservar nuestro hígado y nuestra salud en general radica en la moderación y la conciencia de los riesgos asociados con el consumo excesivo de alcohol. Dejar el alcohol puede ser una vía hacia la recuperación, pero también es esencial adoptar un enfoque holístico que incluya una dieta equilibrada y ejercicio regular.
Vía: The Conversation



