Crítica de «Guasón 2: Folie à Deux»: Mal romance, mal enfoque

Cuando un personaje es insultado, golpeado, vejado y desengañado tantas veces en una película, espero que esta justifique tanta violencia con una reflexión importante para que el visionado valga la pena. El personaje en cuestión es Arthur Fleck, y la película es Guasón 2: Folie à Deux (2024), la secuela de Guasón. Si en aquélla Fleck deviene de comediante frustrado en criminal recluido en un psiquiátrico, aquí se prepara para enfrentar un juicio por los asesinatos que perpetró. Y aunque sus circunstancias sean distintas, no puede evolucionar en una historia que carece de reflexión, inspiración, profundidad y refinamiento, y, en su lugar, ostenta una ambición que excede las aptitudes directorales de Todd Phillips. Es un musical.

¿Recuerdas que me había referido a Furiosa: de la saga Mad Max como un filme dispéptico? Pues lo lamento. Lo lamento sinceramente. Porque Guasón 2: Folie à Deux es la dispepsia hollywoodense del año. El tono es de una apatía tal que es imposible pensar que su protagonista tenga una remota esperanza de un mejor porvenir, y, en efecto, el pobre desciende sin tregua a las simas de la crueldad humana. Por ende, el visionado es llano, vacuo y, lo adivinaste, dispéptico.

UNA PAREJA BUFONESCA

De vuelta en el papel que le granjeó un Óscar, Joaquin Phoenix está bien, y luego de unas cuantas escenas expositivas aparece Lady Gaga como Harleen Quinzel (o sea, Harley Quinn). Se conocen cuando Arthur es escoltado por dos guardias en un pasillo, y ella lo atisba desde el salón de música mientras canta junto al coro del Asilo Arkham, donde ambos están internados. Cruzan sus miradas y se quedan prendados el uno del otro.

Este encuentro establece el elemento musical, y, dado que la música expresa los sentimientos, la mayoría de las canciones, pertenecientes a la cultura popular estadounidense, aborda este mal romance, evocando a ratos un aire nostálgico y elegante.

Gaga ha dicho que se esforzó por que su canto fuera desprolijo y, así, darle autenticidad a la voz de su personaje, que no es una cantante profesional. Lo irónico, y quizá la única ironía eficaz en una película en la que el humor es central, es que incluso «cantando mal» nos deleita con sus habilidades vocales, confirmando que es una de las grandes cantantes pop de nuestro tiempo.

Pero el director no sabe qué hacer con Harleen Quinzel, cuya presencia no es más que un estímulo para la compra de entradas. Y es una lástima que Gaga no pueda desplegar todo su barroquismo en una secuela tan sosa. La novia del Guasón nunca cobra vida como lo hizo en manos de Margot Robbie en Aves de Presa.

SACO DE BOXEO

En medio del amor y el baile, Arthur tiene que ir a la corte. Ahora bien, algún ser superior pareciera haberlo declarado culpable con antelación, ya que Arkham es tanto o más invivible que una cárcel. La ironía de un proceso, por lo tanto, no es ingeniosa y no genera tensión dramática, diluyéndose pronto en un metraje de más de dos horas.

¿Y quién sería ese ser superior? Es Todd Phillips, quien humilla a sus personajes más vulnerables para tener algo que decir, como cuando un hombre de baja estatura es llamado al estrado a declarar como testigo y la cámara se concentra en el cojín de su asiento. Esto no es dirección, es matonaje.

Y si el propio director torpedea su enfoque pesimista de esta forma, de nada sirve que la fotografía de Lawrence Sher despierte nuestra empatía. Vemos a Arthur a través de estructuras cuadriculares, como los barrotes de una celda o los de una ventana; los fotogramas se dividen en varios reencuadres pequeños que transmiten muy bien el estado mental del protagonista, fragmentado e inasible. Pero esa propensión a azotarlo con los maltratos más horribles merma la poesía visual y la verosimilitud de la historia, y nos impide compadecernos del Guasón. Porque aquí no es un mártir ni un mesías, ni siquiera el némesis de un superhéroe noctámbulo, sino un saco de boxeo que Phillips golpea entusiasta en pos de provocarnos y entretenernos.

Todo culmina en confrontaciones callejeras trasnochadas que banalizan y criminalizan la protesta, como si este asunto no pudiera ser más fascista.

UN DETALLE INESPERADO

No obstante, hay un detalle que logra rectificar someramente la experiencia para mí. La secuencia animada inicial, hecha como un corto de los Looney Tunes, es obra del gran animador francés Sylvain Chomet, autor de uno de mis filmes favoritos: Las Trillizas de Belleville (2003). Y esta es la primera vez que veo su trabajo en una sala de cine.

El problema es que uno se entera de su participación durante los créditos finales; su estilo es inidentificable, ya que los dibujos son genéricos. Y me pregunto por qué los realizadores convocaron a artistas como Gaga y Chomet si iban a constreñir su enorme talento.

Aun así, me quedo con una simple felicidad, y por eso le estoy agradecido a Guasón 2: Folie à Deux. Adieux.

Título original: Joker: Folie à Deux/Director: Todd Phillips/Guion: Todd Phillips, Scott Silver/Producción: Todd Phillips, Emma Tillinger Koskoff, Joseph Garner/Elenco: Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Brendan Gleeson, Catherine Keener, Zazie Beetz, Leigh Gill/Fotografía: Lawrence Sher/Montaje: Jeff Groth/Música: Hildur Guðnadóttir/País: Estados Unidos/Género: Suspenso, crimen, musical, drama, romance/Año: 2024/Idioma: Inglés/Duración: 138 minutos

Esteban Andaur
Esteban Andaur

¡Hola! Soy Esteban Andaur, tengo 34 años y soy realizador audiovisual y crítico de cine. Amo escribir, leer, ir mucho al cine y beber té todo el día. Siempre estoy en busca de algo inspirador.