La positividad tóxica: Cuando ser positivo se convierte en un problema

La positividad es una cualidad que, en principio, todos deberíamos cultivar. Ser optimista, ver el lado bueno de las cosas y enfrentar la vida con una sonrisa parecen ser actitudes beneficiosas para nuestra salud mental y bienestar general. Sin embargo, cuando la positividad se convierte en una obligación o se impone en situaciones inapropiadas, se transforma en lo que los psicólogos llaman «positividad tóxica». Este fenómeno, cada vez más estudiado y debatido, tiene un impacto significativo en nuestras relaciones interpersonales y en nuestra propia salud mental.

 ¿Qué es la positividad tóxica?

La positividad tóxica se refiere a la idea de que sin importar cuán difíciles o dolorosas sean las circunstancias, las personas deben mantener una actitud positiva en todo momento. Esta forma de pensar minimiza o invalida los sentimientos negativos, empujando a las personas a ignorar sus emociones legítimas en favor de una falsa sensación de optimismo. Esta presión constante por estar bien puede tener efectos adversos en la salud emocional de las personas. En lugar de permitir que alguien procese su dolor o tristeza, se les insta a «mirar el lado bueno», lo que puede llevar a sentimientos de culpa o vergüenza.

Manifestaciones de la positividad tóxica

La positividad tóxica puede manifestarse de varias maneras. En redes sociales, por ejemplo, es común ver frases motivacionales como «todo sucede por una razón» o «solo piensa en positivo», que pueden parecer inofensivas pero que, en realidad, pueden ser dañinas. Estas expresiones, aunque bien intencionadas, invalidan las emociones negativas y sugieren que cualquier otra forma de sentir es incorrecta.

En el ámbito personal, la positividad tóxica puede surgir cuando amigos o familiares, en un intento por consolar a alguien que está pasando por un momento difícil, utilizan frases como «podría ser peor» o «hay que ser fuerte». Estas palabras, aunque buscan ser reconfortantes, pueden hacer que la persona se sienta incomprendida y aislada en su dolor.

Otro ejemplo se da en entornos laborales, donde la cultura empresarial a menudo fomenta la idea de que no se debe mostrar debilidad o tristeza, incluso en situaciones difíciles. Esta actitud también puede llevar a problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, al no permitir que los empleados expresen libremente sus emociones.

 El impacto de la positividad tóxica

La positividad tóxica puede tener graves consecuencias para la salud mental. Reprimir emociones negativas puede llevar a un aumento del estrés, problemas de salud física y emocional, y una disminución en la calidad de las relaciones interpersonales. Un estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology reveló que las personas que intentan suprimir emociones negativas experimentan más síntomas de depresión y ansiedad a largo plazo.

Además, la positividad tóxica perpetúa la idea de que sentir emociones negativas es algo malo, lo que puede llevar a una falta de autocompasión. Según la psicóloga Kristin Neff, experta en autocompasión, es fundamental reconocer y aceptar nuestras emociones difíciles para poder manejarlas de manera efectiva. Ignorar o minimizar estas emociones sólo exacerba el problema y puede impedir el crecimiento personal y la resiliencia.

¿Cómo evitar la positividad tóxica?

Evitar la positividad tóxica no significa que debamos abrazar el pesimismo o la negatividad. En cambio, se trata de permitirnos sentir y expresar una gama completa de emociones, tanto positivas como negativas. La clave está en practicar una positividad realista, que reconozca las dificultades y los desafíos de la vida, pero también mantenga la esperanza y el optimismo de que las cosas pueden mejorar.

Algunas estrategias para evitar caer en la positividad tóxica incluyen:

  1. Validar las emociones: Aceptar que es normal sentir tristeza, miedo o enojo en ciertas situaciones y que estas emociones tienen un propósito.
  2. Practicar la empatía: En lugar de ofrecer soluciones rápidas o frases motivacionales, escuchar y ofrecer apoyo a quienes están pasando por un momento difícil.
  3. Ser compasivo con uno mismo: Reconocer que no siempre tenemos que estar bien y que está bien no estar bien.

 En un mundo donde la felicidad parece ser la meta final, es crucial recordar que todas las emociones, positivas y negativas, son parte de la experiencia humana. Abrazar esta realidad nos permite ser más auténticos con nosotros mismos y con los demás, y nos da la oportunidad de crecer y sanar de manera genuina.

Catalina Orellana
Catalina Orellana

¡Hola! soy Catalina Orellana, tengo 25 años y soy estudiante de periodismo. Me apasionan los medios de comunicación y saber que es lo que está sucediendo en la actualidad. Me gusta hablar de temas relacionados al área de la cultura y sostenibilidad. Algunos de mis hobbies son ver series y escuchar podcasts.
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