En cada celebración de cumpleaños, las velas iluminan el pastel, señalando los años transcurridos desde nuestro nacimiento. Sin embargo, ¿realmente reflejan cómo envejece nuestro cuerpo? La edad cronológica, marcada por el número de velas, ofrece poca información sobre los efectos del tiempo en nuestro organismo. La disminución de capacidades físicas y mentales varía entre individuos, desafiando la concepción convencional de «edad».
Quizás deberíamos replantearnos la idea de «edad» más allá del tiempo desde nuestro nacimiento, centrándonos en el estado funcional de nuestros órganos. Este enfoque, conocido como «edad biológica», presenta un desafío intrigante que va más allá de las festividades de cumpleaños.
Dado que el envejecimiento afecta casi todos los procesos biológicos, se han propuesto varios biomarcadores para medir este parámetro. Algunos, como canas o arrugas, son visibles, mientras que otros, obtenidos en pruebas médicas, ofrecen una visión más completa. La presión sanguínea, niveles de glucosa y colesterol, y la capacidad pulmonar son ejemplos de indicadores médicos tradicionales.
Un vistazo al envejecimiento interno, revelado por los biomarcadores moleculares
Gracias al avance en biología celular y molecular, hemos incorporado nuevos biomarcadores basados en claves moleculares del envejecimiento. Los telómeros, estructuras en los cromosomas que se acortan con el tiempo, y la metilación del ADN son ejemplos destacados.
La metilación, que implica la adición de grupos químicos al ADN, abre una ventana fascinante para comprender la edad biológica. Su disminución con la edad aumenta el riesgo de activar genes relacionados con el deterioro. La aplicación de fórmulas matemáticas para cuantificar la metilación ha dado lugar a los «relojes epigenéticos».
Relojes epigenéticos: la clave para medir la edad biológica
En 2013, Steve Horvath presentó un reloj epigenético basado en la metilación de 353 posiciones específicas del ADN humano, llamadas islas CpG. Este reloj demostró predecir con precisión la edad biológica en diferentes tejidos. Otros investigadores han desarrollado relojes similares, ampliando la comprensión de la edad biológica.
En 2018, se introdujo el DNAm PhenoAge, que considera patrones de metilación, niveles de glucosa y marcadores de función hepática y renal. Otro destacado reloj, GrimAge, no solo predice la edad biológica, sino también la esperanza de vida. Empresas como Tally Health y Elysium Health ofrecen pruebas basadas en estos relojes para determinar la decadencia orgánica a partir de simples muestras.
¿Controlar el reloj del envejecimiento?
A diferencia de las mutaciones, las modificaciones epigenéticas son potencialmente reversibles. La edad biológica puede aumentar ante el estrés, pero evidencia sugiere que es modulable. Pruebas en modelos animales y humanos revelan que la presencia de enfermedades, tratamiento con fármacos, estilo de vida y condiciones ambientales afectan la edad biológica.
La posibilidad de ajustar nuestro reloj epigenético para controlar el ritmo del envejecimiento es un tema intrigante. Según David Sinclair, profesor de Genética en Harvard, «la edad biológica determina nuestra salud y esperanza de vida». Prácticas saludables, como ejercicio y alimentación equilibrada, podrían mantener nuestro reloj biológico bajo control.
En palabras de Sinclair, «En el futuro, con avances en el control de la edad biológica, tal vez tengamos menos velas en el pastel que el año anterior». Aunque este concepto abre nuevas posibilidades, aún queda mucho por descubrir en este fascinante campo de investigación.
Vía: The Conversation



